Si bien la mejor manera de obtener las vitaminas
y minerales que necesita nuestro cuerpo es a través de una alimentación
sana y nutritiva, en determinadas situaciones –tal como señala la
nutricionista Victoria Chimpén, quien fue decana del Colegio de
Nutricionistas– se recomienda tomar suplementos. En el caso de mujeres
gestantes, por ejemplo, o para prever la carencia específica de algún
nutriente debido a una alimentación inadecuada.
La cantidad recomendada de estos suplementos es individual, no se
puede generalizar. Asimismo, en el caso de las vitaminas liposolubles
(A, D, E, K) y algunos minerales, ingerir suplementos en exceso puede
ser perjudicial, ya que estos –como apunta la también nutricionista
María Ferrey, de la empresa Lab Nutrition– al ser solubles en grasa, se
almacenan en el hígado y si la deficiencia no es tan grande pueden
generar una toxicidad.
A TENER EN CUENTA
Habrá visto que existen
suplementos de liberación prolongada. “Son tabletas diseñadas para
mejorar la absorción de los nutrientes, ya que cuando estos se toman
junto con ciertos alimentos su absorción puede verse alterada y el
organismo no los aprovecha al 100%”, explica Chimpén. “Son como gotas de
agua juntas en una cápsula, que se van liberando conforme el cuerpo las
procesa, pudiendo llegar a durar hasta 10 o 12 horas [...]. Cuando se
toma un complejo B o una vitamina C, que no son de deliberación
prolongada, cualquier exceso se elimina por la orina”, agrega Ferrey.
Los suplementos que no son de liberación prolongada, si se toman alejados de las comidas, son igualmente favorables.